lunes, 30 de agosto de 2010

Escriño para Apicultura en el Valle de Valderridible

Autor: LOPEZ AGUDO, Alejandro


Tema: Oficios

Título del artículo: Apicultura tradicional en el Valle de Valderredible

... La formación de un enjambre se manifiesta con la acumulación, alboroto y zumbidos de abejas en la piqueta de la colmena que abandona, o al ver el nuevo enjambre ya posado o incluso volando unidas, en un grupo muy numeroso. El hombre en estas idas y venidas lleva consigo el escriño (término también usado para otros tipos de cesto, como por ejemplo para guardar el grano o nasas de pesca), también llamado cesta de abejas, que es un cesto alargado, con un extremo o boca abierta y la otra cerrada, sobre la que se fija una cuerda o pita a modo de asa por donde agarrar o colgar el cesto y que puede ser de varios tamaños. Está tejido en la casa artesanalmente, con pajas de centeno, mimbre joven, zarzas (que se abrían por la mitad para hacer pértigas) y salcido o saucido (pequeñas ramas de sauce silvestre crecido a las riberas del río). Y acompañando al escriño, el ahumador, del que ya he hablado anteriormente.

Estos utensilios que se continúan usando para enjambrar, se utilizan en las siguientes operaciones de la siguiente manera: tras ver un enjambre ya formado y posado, se pone el escriño o trampa sobre él sin llegar a posarlo; entonces no hay más que esperar a que ellas, poco a poco y por sí solas se vayan introduciendo en el cesto, engañadas ya que piensan en él como en una nueva colmena, haciendo del escriño su nueva "casita", hasta que finalmente entra la reina con el resto de las abejas, llegándose a llenar en ocasiones, por lo numeroso y grande del enjambre

Hay quien pone en el interior del escriño un cebo de hierbas, flores aromáticas (como una ramita de poleo), miel, aguamiel, o azúcar, para atraer a la abeja y acelerar el proceso; ésta elección personal depende de la experiencia y las prisas que se tengan. Cuando el enjambre está en lugares altos y de difícil acceso, se usa el varal, o vara larga (de entre 2 y 5 mts.) de madera, con un extremo tallado en forma de V, que hace las veces de gancho, y se usa para colgar de él la cuerda que fija el escriño, y alzar éste hasta el enjambre. Y es aquí en esta operación y a elección del "cazador", donde se usa la humadera, no como protección, sino para que al exhalar humo en dirección del enjambre, acelerar el desplazamiento, incorporándose rápidamente las abejas al escriño. Otra alternativa es dejar fijado o atado el escriño sobre el enjambre, para volver más tarde (pasadas unas horas, o esperar al atardecer, que es cuando están más tranquilas) a recogerlo, ya habitado por ellas voluntariamente. Cuentan varios casos de personas de haberse encontrado algún enjambre en su transitar por el campo, y haberlo capturado y llevado a su colmena del mismo brazo colgado, sin protección alguna.

Una vez ocupado el escriño con el enjambre, y cubierto con un saco para el transporte, se traslada hasta la nueva colmena. En el caso del dujo, se instala una rampa de madera, metálica o tela, a ser posible blanca, desde la piqueta y en caída hasta el suelo, que es donde se deja y vuelca de medio lado el escriño, y poco a poco se va adelantando un pequeño grupo, que por si sólo va saliendo del cesto en fila ordenada hasta la entrada de la colmena, camino que sigue el resto acompañando a la reina, tras el aviso del primer grupo explorador mediante una simbología comunicativa de gestos (que forma parte de su complejo y rico lenguaje de comunicación), para confirmar el traslado a la nueva colmena, donde empezarán pronto a elaborar los panales de miel. Hay quien tras dejar el escriño sobre la rampa, lo golpea para empujar a las abejas y acelerar así el traslado. Todas estas labores las hacen usualmente sin protección alguna, salvo, como en otras operaciones y ocasiones, la ayuda del ahumador.

En relación con el enjambrado, está el venturero, palabra asignada a la persona que se dedica al pillaje o robo de enjambres, mediante la colocación de trampas, también denominadas ventureros, utilizando colmenas o escriños, para atraer a los enjambres con reclamos o cebos que se ponen en su interior, y se instalan cerca de las colmenas y colonias ajenas. Y una vez capturado se transporta a colmenas de su propiedad. Casos muy aislados se producían cuando "te han colmenao", manera de robo entero del producto, matando antes a las abejas, ahogándolas con agua dentro de la misma colmena. El venturero siempre fue un personaje problemático y rechazado en el valle, y el origen de muchas disputas entre pueblos y familias del mismo. En la actualidad está más controlado, por una normativa legal de fuertes sanciones, reglas de ubicación y señalización, con la prohibición de instalar estas trampas a menos de 1.000 metros de una colonia ajena a su propiedad...

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lunes, 30 de agosto de 2010

Escriño para Apicultura en el Valle de Valderridible

Autor: LOPEZ AGUDO, Alejandro


Tema: Oficios

Título del artículo: Apicultura tradicional en el Valle de Valderredible

... La formación de un enjambre se manifiesta con la acumulación, alboroto y zumbidos de abejas en la piqueta de la colmena que abandona, o al ver el nuevo enjambre ya posado o incluso volando unidas, en un grupo muy numeroso. El hombre en estas idas y venidas lleva consigo el escriño (término también usado para otros tipos de cesto, como por ejemplo para guardar el grano o nasas de pesca), también llamado cesta de abejas, que es un cesto alargado, con un extremo o boca abierta y la otra cerrada, sobre la que se fija una cuerda o pita a modo de asa por donde agarrar o colgar el cesto y que puede ser de varios tamaños. Está tejido en la casa artesanalmente, con pajas de centeno, mimbre joven, zarzas (que se abrían por la mitad para hacer pértigas) y salcido o saucido (pequeñas ramas de sauce silvestre crecido a las riberas del río). Y acompañando al escriño, el ahumador, del que ya he hablado anteriormente.

Estos utensilios que se continúan usando para enjambrar, se utilizan en las siguientes operaciones de la siguiente manera: tras ver un enjambre ya formado y posado, se pone el escriño o trampa sobre él sin llegar a posarlo; entonces no hay más que esperar a que ellas, poco a poco y por sí solas se vayan introduciendo en el cesto, engañadas ya que piensan en él como en una nueva colmena, haciendo del escriño su nueva "casita", hasta que finalmente entra la reina con el resto de las abejas, llegándose a llenar en ocasiones, por lo numeroso y grande del enjambre

Hay quien pone en el interior del escriño un cebo de hierbas, flores aromáticas (como una ramita de poleo), miel, aguamiel, o azúcar, para atraer a la abeja y acelerar el proceso; ésta elección personal depende de la experiencia y las prisas que se tengan. Cuando el enjambre está en lugares altos y de difícil acceso, se usa el varal, o vara larga (de entre 2 y 5 mts.) de madera, con un extremo tallado en forma de V, que hace las veces de gancho, y se usa para colgar de él la cuerda que fija el escriño, y alzar éste hasta el enjambre. Y es aquí en esta operación y a elección del "cazador", donde se usa la humadera, no como protección, sino para que al exhalar humo en dirección del enjambre, acelerar el desplazamiento, incorporándose rápidamente las abejas al escriño. Otra alternativa es dejar fijado o atado el escriño sobre el enjambre, para volver más tarde (pasadas unas horas, o esperar al atardecer, que es cuando están más tranquilas) a recogerlo, ya habitado por ellas voluntariamente. Cuentan varios casos de personas de haberse encontrado algún enjambre en su transitar por el campo, y haberlo capturado y llevado a su colmena del mismo brazo colgado, sin protección alguna.

Una vez ocupado el escriño con el enjambre, y cubierto con un saco para el transporte, se traslada hasta la nueva colmena. En el caso del dujo, se instala una rampa de madera, metálica o tela, a ser posible blanca, desde la piqueta y en caída hasta el suelo, que es donde se deja y vuelca de medio lado el escriño, y poco a poco se va adelantando un pequeño grupo, que por si sólo va saliendo del cesto en fila ordenada hasta la entrada de la colmena, camino que sigue el resto acompañando a la reina, tras el aviso del primer grupo explorador mediante una simbología comunicativa de gestos (que forma parte de su complejo y rico lenguaje de comunicación), para confirmar el traslado a la nueva colmena, donde empezarán pronto a elaborar los panales de miel. Hay quien tras dejar el escriño sobre la rampa, lo golpea para empujar a las abejas y acelerar así el traslado. Todas estas labores las hacen usualmente sin protección alguna, salvo, como en otras operaciones y ocasiones, la ayuda del ahumador.

En relación con el enjambrado, está el venturero, palabra asignada a la persona que se dedica al pillaje o robo de enjambres, mediante la colocación de trampas, también denominadas ventureros, utilizando colmenas o escriños, para atraer a los enjambres con reclamos o cebos que se ponen en su interior, y se instalan cerca de las colmenas y colonias ajenas. Y una vez capturado se transporta a colmenas de su propiedad. Casos muy aislados se producían cuando "te han colmenao", manera de robo entero del producto, matando antes a las abejas, ahogándolas con agua dentro de la misma colmena. El venturero siempre fue un personaje problemático y rechazado en el valle, y el origen de muchas disputas entre pueblos y familias del mismo. En la actualidad está más controlado, por una normativa legal de fuertes sanciones, reglas de ubicación y señalización, con la prohibición de instalar estas trampas a menos de 1.000 metros de una colonia ajena a su propiedad...

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