martes, 23 de octubre de 2012

Medina de Pomar, Ruta de Carlos V

Aunque llovió a mares, lo pasamos muy bien.  Estoy descubriendo muchísimas actividades en Burgos y alrededores. 

Y este fin de semana tocaba la fiesta de la Ruta de Carlos V, en Medina de Pomar.


Todo el mundo iba disfrazado.  Las señoras llevaban unos trajes hechos por ellas preciosos, muchos a juego con los de sus maridos e incluso familias completas, todos con los trajes de época a juego.

Incluso hubo gente que llevaba a los niños en carritos último modelo en la edad media, totalmente hechos a mano y de madera, con cuatro ruedas y cuatro tablas, poco más.  Llevar eso, con el niño dentro, por esas calles en cuesta de piedras, no resultaba fácil.  Y encima con los vestidos de telas gruesas y largos, que con la lluvia iban recogiendo todo el agua, y añadiendo peso al atuendo.

Algunas veces con este tipo de recreaciones puedes llegar a vislumbrar un atisbo de lo que debía ser vivir en aquella época.  Todos esos detalles que se olvidan convenientemente cuando se habla de la gran historia, los reyes y sus conquistas y las grandes hazañas, a costa de otros. 

Si los zapatos eran de tela y los vestidos también, con esa cantidad de refajos, ¿cómo se las arreglaban cuando llovía y las calles eran puros barrizales?  Y no hablo de quienes tenían dinero y gente que se los lavaba y secaba, sino de aquellos que trabajaban para ellos.  Aquellos que solamente tenían un vestido de diario y uno de domingos, y tenían que apañarse con eso. 

¿Nunca os habéis parado a pensar qué ocurriría si ahora mismo alguien nos trasladara a esa época?  ¿Seríamos capaces de entender su castellano? ¿De vivir con sus costumbres? ¿De adaptarnos a la época? 

¿Cómo aguantaría nuestra piel no ducharnos más que una vez al mes, con suerte?  ¿Las necesidades básicas en tierra, sin papel higiénico? ¿El cepillo de dientes?  ¿Trabajar 7 días a la semana con una sola tarde libre?  Comer sólo lo imprescindible, y solamente las cuatro cosas que ofrece la tierra en los alrededores, porque importar cosas es impensable.  No poder leer.  ¿De dónde sacar la información? Escribir con pluma y tinta, cuando la encuentras.  Teñir las telas con productos naturales, o lavarlas con orina para que queden blancas impolutas.  Que el aire se cuele entre los resquicios de las paredes, o dormir cuatro parejas en una misma habitación, sin ningún tipo de intimidad.  Y con la compañía de todo tipo de bichos y bichitos, moscas y arañas, naturaleza viva.  Con los animales en la planta de abajo o en la habitación de al lado para que den calor a la casa.  Y todo esto sin medicinas ni calmantes para paliar el dolor, las picaduras o la gripe.  Ni ambientadores para eliminar los malos olores. 

Mirando hacia atrás acabo sorprendida de que a pesar de todo y de todos, el ser humano encuentra la salida y lucha por mejorar. 

En este link tenéis la historia de Carlos V y el porqué de esta celebración en Medina de Pomar.  Es muy interesante.


Unos juglares amenizaron el día, a pesar de la lluvia.  No perdieron la sonrisa en ningún momento, y eso que se mojaron de lo lindo!


2 comentarios:

milainoa dijo...

Me encanta tu narración, claro que me gusta mucho la literatura medieval.
no nos creeríamos de lo puede ser capaz el ser humano y asta donde podemos llegar a la hora de adaptarnos.
un abrazo...

Vero dijo...

gracias por compartir el paseo y por tu visita en mi blog. Me encantan las cosas hechas con nespresso, estan geniales y el bordado de las flores tambien!! Un beso

martes, 23 de octubre de 2012

Medina de Pomar, Ruta de Carlos V

Aunque llovió a mares, lo pasamos muy bien.  Estoy descubriendo muchísimas actividades en Burgos y alrededores. 

Y este fin de semana tocaba la fiesta de la Ruta de Carlos V, en Medina de Pomar.


Todo el mundo iba disfrazado.  Las señoras llevaban unos trajes hechos por ellas preciosos, muchos a juego con los de sus maridos e incluso familias completas, todos con los trajes de época a juego.

Incluso hubo gente que llevaba a los niños en carritos último modelo en la edad media, totalmente hechos a mano y de madera, con cuatro ruedas y cuatro tablas, poco más.  Llevar eso, con el niño dentro, por esas calles en cuesta de piedras, no resultaba fácil.  Y encima con los vestidos de telas gruesas y largos, que con la lluvia iban recogiendo todo el agua, y añadiendo peso al atuendo.

Algunas veces con este tipo de recreaciones puedes llegar a vislumbrar un atisbo de lo que debía ser vivir en aquella época.  Todos esos detalles que se olvidan convenientemente cuando se habla de la gran historia, los reyes y sus conquistas y las grandes hazañas, a costa de otros. 

Si los zapatos eran de tela y los vestidos también, con esa cantidad de refajos, ¿cómo se las arreglaban cuando llovía y las calles eran puros barrizales?  Y no hablo de quienes tenían dinero y gente que se los lavaba y secaba, sino de aquellos que trabajaban para ellos.  Aquellos que solamente tenían un vestido de diario y uno de domingos, y tenían que apañarse con eso. 

¿Nunca os habéis parado a pensar qué ocurriría si ahora mismo alguien nos trasladara a esa época?  ¿Seríamos capaces de entender su castellano? ¿De vivir con sus costumbres? ¿De adaptarnos a la época? 

¿Cómo aguantaría nuestra piel no ducharnos más que una vez al mes, con suerte?  ¿Las necesidades básicas en tierra, sin papel higiénico? ¿El cepillo de dientes?  ¿Trabajar 7 días a la semana con una sola tarde libre?  Comer sólo lo imprescindible, y solamente las cuatro cosas que ofrece la tierra en los alrededores, porque importar cosas es impensable.  No poder leer.  ¿De dónde sacar la información? Escribir con pluma y tinta, cuando la encuentras.  Teñir las telas con productos naturales, o lavarlas con orina para que queden blancas impolutas.  Que el aire se cuele entre los resquicios de las paredes, o dormir cuatro parejas en una misma habitación, sin ningún tipo de intimidad.  Y con la compañía de todo tipo de bichos y bichitos, moscas y arañas, naturaleza viva.  Con los animales en la planta de abajo o en la habitación de al lado para que den calor a la casa.  Y todo esto sin medicinas ni calmantes para paliar el dolor, las picaduras o la gripe.  Ni ambientadores para eliminar los malos olores. 

Mirando hacia atrás acabo sorprendida de que a pesar de todo y de todos, el ser humano encuentra la salida y lucha por mejorar. 

En este link tenéis la historia de Carlos V y el porqué de esta celebración en Medina de Pomar.  Es muy interesante.


Unos juglares amenizaron el día, a pesar de la lluvia.  No perdieron la sonrisa en ningún momento, y eso que se mojaron de lo lindo!


2 comentarios:

milainoa dijo...

Me encanta tu narración, claro que me gusta mucho la literatura medieval.
no nos creeríamos de lo puede ser capaz el ser humano y asta donde podemos llegar a la hora de adaptarnos.
un abrazo...

Vero dijo...

gracias por compartir el paseo y por tu visita en mi blog. Me encantan las cosas hechas con nespresso, estan geniales y el bordado de las flores tambien!! Un beso